La Calle de los Pianistas

En una pequeña calle de Bruselas llamada Rue Bosquet, dos edificios idénticos se unen. En uno de estos edificios vive la famosa pianista de conciertos Martha Argerich, la argentina reconocida como una de las pianistas más originales y temperamentales de su tiempo. Al lado se encuentra la familia Tiempo-Lechner, reconocida por su linaje de prodigios de piano, todos los cuales han actuado en las etapas más prominentes del mundo.
La matriarca y pedagoga Lyl Tiempo, sus reconocidos hijos Sergio Tiempo y Karin Lechner; y la hija muy joven Natasha de Karin, sólo trece años de edad.
Natasha, la última promesa de la "calle de los pianistas", tiene que soportar el legado de cuatro generaciones de grandes
Músicos A pesar de que todavía está dando forma a su sonido, esta pre-adolescente ya ha seducido a las audiencias más exigentes con sus prodigios.
Su educación musical es un asunto de familia imperativo. Su madre Karin, que era también un niño prodigio, es su profesor, mentor y consejero. Al entrar, casi sin saberlo, en el mundo de los pianistas de concierto de élite, Natasha intenta responder a una pregunta: ¿Qué significa realmente ser pianista? Si hay una respuesta, se encuentra en la casa de al lado, en la residencia de Martha Argerich. Allí, también encontramos a varios pianistas de diferentes orígenes culturales que cada día deben enfrentarse a un instrumento que lucha con sus propios cuerpos. A medida que la cámara camina por cada una de las puertas de esta casa, entramos en el mundo interior de un pianista cuyo trabajo es arduo, meticuloso y lleno de incertidumbre. Incluso la propia Martha Argerich, a los setenta años, todavía está en la búsqueda quimérica de la técnica perfecta, una búsqueda que se traduce en sesiones interminables de práctica agotadora. A pesar de haberse convertido en una leyenda viva, el miedo escénico nunca la abandona.

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