Clarinete y piano: Brahms, Guastavino, Templeton

La clarinetista argentina Marina López y el pianista Eduardo Waisbein nos ofrecen un programa dedicado a tres compositores que supieron escribir para esta combinación instrumental. Las dos sonatas opus 120 de Johannes Brahms, compuestas en 1894, son obras obligadas para cualquier clarinetista de formación clásica. Desde el momento de su estreno la más apreciada de ambas fue la número dos, en Mi bemol, acerca de cuyo primer movimiento el destacado crítico de la época Eduard Hanslick comentaba: ‘‘El tema parece provenir del mismo cielo, de los más bellos días de la juventud, pleno de dicha y de un dulce enamoramiento. Por esta melodía, con la cual comienza el clarinete, esta segunda sonata es mi favorita". Por su parte, un periódico de la época -el Musikalisches Wochenblatt- consignaba: "La música que nos brinda Brahms con sus dos sonatas evita, probablemente de manera intencionada, complacer a la multitud. Estas obras serán mejor apreciadas por quienes comprendan su belleza interna y su esplendor. Ellos disfrutarán de una primavera de pura alegría". Salvando distancias de tiempo y espacio, la Sonata para clarinete y piano del argentino Carlos Guastavino, compuesta en 1970, es probablemente la obra más importante del repertorio local para esta formación. Este trabajo en particular tiene mucho del vuelo del francés Francis Poulenc, sin escapar a esa constante que es propia del compositor santafecino de aunar en un estilo propio los discursos tradicionales académicos europeos con una estética claramente nacionalista y argentina. El programa se completa con dos trabajos del galés Alec Andrew Templeton (1909–1963), un músico que fue muy popular en los Estados Unidos en las décadas de 1940 y 1950 combinando la música académica con un particular sentido del humor, que en este caso se ve reflejado en el título de sus dos pequeñas sonatas de bolsillo (Pocket-Size Sonatas), que suman la participación de Gabriel Waisbein en batería.

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