Wolfgang Amadeus Mozart
Gran Misa en Do menor

Wolfgang Amadeus Mozart terminó de componer esta Gran Misa en Do menor en 1783. La estrenó en el monasterio benedictino de San Pedro, en lugar de hacerlo en la Catedral de Salzburgo, debido a la mala relación que tenía con el Príncipe-Arzobispo de la ciudad, el Conde de Colloredo, con quien Mozart había roto relaciones dos años antes, harto de la actitud despótica con la que era tratado. Con influencias de Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel, se trata de la primera misa que Mozart compuso sin mediar un encargo: la escribió como un voto por su boda con Constanze Weber, quien cantó como soprano solista en el estreno. La obra es considerada una de las composiciones sacras más importantes de Mozart, junto con su Réquiem, que escribirá siete años más tarde.

Esta Gran Misa en Do menor está incompleta. Falta la instrumentación de algunos pasajes, un segundo coro del Hossana, parte del Credo y el Agnus Dei completo. Puede ser que Mozart estrenara la obra en este estado, llenando los huecos con fragmentos de algunas de sus misas anteriores. Otra hipótesis es que acaso terminó la obra poco antes del estreno, extraviándose luego la partitura final. En cualquier caso, lo que tenemos de esta Misa en Do menor es suficiente para disfrutar de un momento mágico, guiados por una gran directora, solistas y músicos muy talentosos. La capilla del Séminaire Saint-Sulpice, en Issy les Moulineaux, solo se abre al público en días especiales. En este ámbito sacro, íntimo y grandioso, adjetivos que también aplican a esta Misa, dirigida exquisitamente por Laurence Equilbey al frente de la Orquesta Insula, que interpreta con instrumentos de época.

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