Claudio Monteverdi: Madrigales, Libro V

Agrupados en nueve libros, ocho de los cuales fueron publicados en vida del autor entre 1587 y 1638, y el noveno póstumamente en 1651, los madrigales de Monteverdi permiten apreciar la evolución de su música desde el estilo polifónico renacentista hasta la utilización de la monodia acompañada característica del barroco. Compuestos para cinco voces a capella, los cuatro primeros libros de madrigales se sitúan dentro de la prima prattica (primera práctica), el estilo polifónico tradicional, aunque Monteverdi utiliza un lenguaje armónico cada vez más innovador, con disonancias más audaces conforme avanza la serie. Este registro integral, realizado en conjunto con la Cité de la Musique y la Philharmonie de París, junto con el Théâtre de Caen, ha llevado a Les Arts Florissants a realizar una ambiciosa gira por toda Francia, pero también por muchas ciudades del resto de Europa, como Bergen, Londres, Rotterdam, Gand, Madrid, Gerona, Valladolid, Praga, Amberes, Estocolmo, Dresde y también Venecia, donde se registró el presente audiovisual, en la Scuola Grande di San Rocco.

Los cuatro primeros libros de madrigales de Monteverdi podrían situarse en el marco de lo que se conoce como la “prima prattica”, aunque las armonías puestas en juego por el compositor son cada vez más atrevidas, y las disonancias se resuelven de un modo cada vez más original y audaz conforme avanza la serie. El punto de inflexión se ubica en el Libro Quinto, que establece una suerte de límite entre el asentado perfeccionismo de lo antiguo y los emergentes valores de lo moderno, plasmado en un cambio entre la tradición y la experimentación. En los libros posteriores, enmarcados en lo que el propio Monteverdi denominará como una “seconda prattica”, los madrigales monteverdianos avanzarán sin posibilidad de retorno hacia algo más cercano a la cantata dramática o incluso una ópera en miniatura, en formaciones distintas del conjunto de cinco voces de sus primeros cinco libros. Pero en este Libro Quinto se encuentra la cumbre de una primera etapa, en la cual el barroco se encuentra a las puertas, al mismo tiempo que Monteverdi avanza observando el legado del renacimiento.

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