MusicaQuantica: The Peaceable Kingdom

Presentado por Mozarteum Argentino para su ciclo Conciertos del Mediodía, el ensamble MusicaQuantica Voces de Cámara ofrece un programa basado en tres obras contemporáneas de autores estadounidenses. Compuesta por Randall Thompson (1899-1984), "The Peaceable Kingdom" (El pacífico reino) nace a partir de un versículo del Antiguo Testamento, en el libro del profeta Isaías, que inspiró una serie de pinturas realizadas entre 1820 y 1840 por el artesano y predicador Edwards Hicks. El versículo en cuestión dice: "Morará el lobo con el cordero, el leopardo con el cabrito se recostará; el becerro, el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará”. Un siglo más tarde, en el año 1936, Randall Thompson creó una obra en ocho partes basada en las pinturas de su compatriota, por entonces muy difundidas a través de reproducciones en tarjetas navideñas, las que podía apreciarse a las fieras salvajes junto a niños pequeños en medio de bucólicos paisajes naturales de bosques y lagos, o visiones pacíficas del encuentro entre los nativos americanos y los colonos de Pensilvania. Cuando Randall Thompson recibió el encargo de crear una obra para coro mixto, hacía poco que había visitado el Museo Worcester, en Massachussetts, donde había podido ver una pintura recién adquirida que despertó su interés: era una de las versiones de The Peaceable Kingdom de Hicks. Thompson fue entonces al libro de Isaías, seleccionó varios versículos y creó esta obra para coro a ocho partes a capella, que se convertiría en una de sus grandes creaciones dentro de su vasto repertorio coral.


La segunda obra del programa corresponde al director y compositor Eric Whitacre (n. 1970), formado bajo la guía de John Corigliano en la Juilliard School de Nueva York. Ganador de varios premios Grammy, Whitacre escribió las Cinco canciones hebreas de amor a sus 26 años, mientras recorría Europa junto a un grupo de amigos músicos entre quienes se contaba la soprano Hila Pitmann, quien por entonces era su novia. Invitado a ofrecer un concierto junto a Hila en Alemania, y teniendo en cuenta que la joven era oriunda de Jerusalén, Whitacre tuvo la idea de escribir cinco breves canciones que celebraran su amor, escritas en hebreo. Hila escribió cinco poemas y Whitacre los puso en música en versión para soprano, violín y piano. Una semana más tarde las estrenaban para esa formación, pero luego la Universidad de Miami le comisionó al compositor adaptar esas canciones para coro a cuatro voces y cuarteto de cuerdas, al mismo tiempo que un coro israelí le encargaba una reescritura para dos voces femeninas, violín y piano.


Escrita por Leonard Bernstein (1918-1990), la última obra de este programa, titulada "Chichester Psalms", se ofrece en la versión para coro, dos pianos y percusión realizada por el ruso Vyacheslav Gryazno, en calidad de estreno argentino. Discípulo de Randall Thompson, Bernstein escribió estos Salmos en 1965, respondiendo a un encargo de la Catedral Anglicana de Chichester, en el sureste del Reino Unido. Hijo de inmigrantes judíos ucranianos, Bernstein recurrió a sus orígenes buscando inspiración en la versión original hebrea del libro de los Salmos del Rey David. Él mismo realizó la selección de los versos para la obra, que escribió para niño soprano o contratenor, cuarteto de solistas, coro y orquesta. La obra, que exige un gran virtuosismo coral, se inicia con palabras del Salmo 108:2: “Despierten, salterio y arpa”, y se completa con un juego contrapuntístico que subraya las palabras del Salmo 100: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”. El segundo movimiento tiene como protagonista al niño soprano que, asumiendo el personaje del joven David, futuro rey de Israel, entona el Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. En contraste, las voces masculinas exclaman las palabras del Salmo 2:1-4: “¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas?” Luego David retoma junto a las sopranos las palabras del Salmo 23: “Aderezas mi mesa en presencia de quienes me angustian; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosante. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán cada día de mi vida y en la casa de Jehová moraré”. En el comienzo del tercer movimiento, el coro canta las esperanzadas líneas del Salmo 131: “En verdad me he comportado como un niño destetado de su madre y así he acallado mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre”. Luego, en el final, reaparecen motivos ya escuchados en el inicio pero ahora con palabras del Salmo 131:1: “¡Mirad cuán bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”

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