Richard Strauss: Concertino para clarinete, fagot y orquesta

Richard Strauss compuso este Concertino para clarinete, fagot y orquesta de cuerdas con arpa a fines de 1947, durante un viaje a Londres que le permitió encontrarse con algunas viejas amistades, entre quienes se contaba su editor Ernst Roth. El ánimo del compositor no era el mejor, pues los derechos sobre sus músicas habían quedado congelados a causa de la guerra. Tal vez por eso, cuando un periodista le preguntó por sus planes a futuro, respondió con ironía que lo único que tenía planeado era morir. Dos años más tarde, efectivamente, Strauss fallecerá. Antes llegó a componer dos últimas obras de gran importancia: las Cuatro últimas canciones, para soprano y orquesta, y este dúo concertino, que venía planeando desde hacía algún tiempo. Un año antes había escrito a su amigo Hugo Burghauser, fagotista de la Filarmónica de Viena que se había trasladado a Nueva York: “Estoy ocupado con la idea de un doble concierto para clarinete y fagot, pensando especialmente en su hermoso tono. Sin embargo, aparte de algunos temas esbozados, todavía sigue siendo poco más de una intención. Quizás te interese".

En algún momento Strauss comentó que tenía en mente un cuento de Hans Christian Andersen en el cual un príncipe se disfraza de porquero para cortejar a una bella princesa. Strauss también le escribió a Burghauser diciendo que en el primer movimiento el clarinete representa a una princesa bailando, y el fagot describe los grotescos intentos de un oso por imitarla. Finalmente, la princesa es conquistada por el oso y danza con él, convirtiéndose en príncipe. "Así que usted también se convertirá en un príncipe y vivirán felices para siempre”, finaliza Strauss su carta a Burghauser, a quien la obra estuvo dedicada. El trabajo está escrito en tres movimientos que se interpretan sin pausa, y bien puede relacionarse con un comentario que Strauss incluyó en su comentario al Tratado de Instrumentación de Berlioz, donde en relación a un pasaje de fagot comenta: "Uno no puede evitar escuchar en este instrumento la voz de un anciano tarareando las melodías que más apreció cuando era joven".

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