J. S. Bach: Suites para violonchelo
Asier Polo

Se desconoce la fecha exacta en que Johann Sebastian Bach compuso sus seis Suites para violoncello solo, aunque se estima que fue cerca del año 1720, mientras trabajaba como Maestro de Capilla de la corte de Köthen, entre otros factores por su semejanza con las sonatas y partitas para violín solo. Por aquella época, Bach guardaba una cercana amistad con Christian Ferdinand Abel, un gran intérprete de viola de gamba, que sin duda podía también dominar la técnica del violoncelo, lo que lleva a pensar que estas obras pudieran haber sido escritas para él. En cualquier caso, no hay manuscritos originales de estas suites: existen cuatro copias, de las cuales una fue realizada por su segunda esposa, Ana Magdalena, otra está firmada por Johann Petter Kellner y las dos restantes son de autor anónimo.

Las cuatro copias tienen diferentes indicaciones, por lo cual la elección de las articulaciones y el carácter interpretativo queda librada al criterio de cada cellista. En lo que sí hay un criterio unánime es en considerar estas suites como una de las mayores obras para violonchelo jamás escritas. Durante mucho tiempo estuvieron relegadas a cumplir un mero rol didáctico, hasta que Pau Casals reparó debidamente en ellas y desde ese momento, ya a fines del siglo XIX, se han convertido en parte fundamental del repertorio del instrumento. Cada una de las seis suites para violoncelo solo se componen a su vez de seis números de carácter danzable, incluyendo Preludio, Allemande, Courante, Sarabande y Giga. En las dos primeras suites, el penúltimo movimiento es un doble Menuetto, que en las Suites 3 y 4 es reemplazado por una doble Bourrée, y en las dos últimas por una doble Gavota. Esta simetría, sumada al similar estilo de todas ellas, dan la impresión de que se trata de una obra concebida como una totalidad.

> VER LISTA DE CONTENIDOS