Richard Wagner: El ocaso de los dioses

El ocaso de los dioses, de Richard Wagner, es la cuarta y última parte de su célebre y grandiosa tetralogía: El anillo del nibelungo. En ella Wagner desarrolla de manera plena su idea de la ópera como un arte total. Inspirada en diversas fuentes mitológicas, alemanas y escandinavas, la nueva obra, que inicialmente se llamó La muerte de Sigfrido, es un apocalipsis perfectamente organizado. Las ideas temáticas se intensifican y entretejen en una trama donde todo parece encajar de manera fatal, tanto en lo musical como en lo dramático. Todo conduce a la caída del héroe y la muerte de Sigfrido precipita la disolución final del mundo de los dioses, que había sido puesto en marcha por Wotan.
El orden natural de las cosas, desviado de su rumbo, debe ser corregido a costa de Siegfried, que es apenas un instrumento, pero al mismo tiempo el ser humano del futuro: lo verdaderamente nuevo sólo puede levantarse de las cenizas de lo viejo.
Para Wagner, Siegfried representa la utopía: ingenuo y espontáneo, él no conoce el temor y sabe que no hay limitaciones.
Thomas Mann lo describió como "un dios de la luz y un revolucionario social". Bernard Shaw como "un ser amoral, anarquista nacido del ideal de Bakunin, y una anticipación del superhombre de Nietzsche".
La obra se estrenó en 1876, en el marco del primer Festival de Bayreuth, como parte de la primera producción completa de la Tetralogía. Un detalle curioso: aunque El ocaso de los dioses es la última de las óperas del ciclo, fue la primera en el plan de trabajo de Wagner, que comenzó partir de la muerte de Sigfrido.
Luego decidió que necesitaba otra ópera para narrar su juventud, luego sintió que necesitaba contar la historia de su concepción, y finalmente entendió que también necesitaba un preludio que contara el robo original del oro del Rin y la creación del anillo. La escena final probablemente causó a Wagner más preocupaciones que ninguna otra.
Reescribió el texto varias veces entre 1856 y 1872, y nunca estuvo clara su idea definitiva al respecto. Existen seis o siete versiones diferentes que pueden ser reconstruidas a partir de los borradores originales.
En cambio, la música del ciclo fue compuesta siguiendo el orden de la historia y sin demasiada dificultad, a pesar de sus dimensiones colosales, pues Wagner tenía profundamente interiorizado su material y su concepción magnífica.

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