Giuseppe Verdi: Misa de Requiem

Giuseppe Verdi compuso su monumental Misa de Réquiem en 1874. Tras el éxito obtenido tres años antes por su ópera Aida, Verdi se alejó durante un tiempo de la composición operística, que recién retomará en 1887 con Otello.
Durante este tiempo se dedicó a escribir otra clase de obras, la más importante de las cuales es precisamente este Réquiem. Hacía algún tiempo que el músico pensaba en la posibilidad de componer un trabajo de estas características a la manera de un homenaje a Rossini, quien había fallecido en 1868, pero finalmente fue la muerte de su compatriota Alessandro Manzoni, un comprometido intelectual y activista, defensor de la unidad italiana, lo que lo empujó a componer esta misa.
Siete son, en total, los números que conforman la obra, que se inicia con un Requiem y Kyrie, que anteceden el impactante Dies irae, el segmento más largo y de mayor impacto, pues es la furiosa descripción sonora del día del Juicio Final.
La enorme espectacularidad de este trabajo se explica fácilmente si se piensa que Verdi no era un hombre particularmente religioso, pero sí era un compositor de grandes óperas, por lo cual en lugar de escribir una misa que invitara al recogimiento, desarrolló una especie de ópera sacra, que exalta los poderes divinos, a su amigo Manzoni y a la naciente nación italiana.
La presente versión, dirigida por Gianandrea Noseda, fue ofrecida en el marco del Festival de Verbier y recibió un aplauso unánime, tanto del público como de la crítica especializada.

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